sábado, 27 de febrero de 2016

EL PAPA PIDIÓ PERDÓN POR LOS CRÍMENES DE LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA, DE RODILLAS




El papa Francisco, después de reflexionarlo profundamente, decidió pedir perdón por los pecados mortales en la evangelización de nuestra querida América. Claro, las matanzas, torturas, saqueos, humillaciones, violaciones, robos y esclavitud, no podían ser pasados por alto. Por eso pidió perdón de rodillas y llorando. Y como prueba de su integridad moral el Romano Pontífice ha tomado la histórica y enternecedora decisión de devolverle a los pueblos originarios todo lo robado, sin vacilaciones, partiendo por el oro y la plata, más un diminuto interés. Viene en camino a América un portaavión con todo el oro hurtado, bañado con agua bendita. Para el Vaticano esta restitución es un acto de penitencia, de legítima santidad. Al interior de la catedral de Sevilla había 20 toneladas de oro, hoy sólo hay paja y un pesebre pobre. Eso es recuperar el espíritu apostólico, del comienzo. Lo que sucede es que los hermanos católicos de esa época vieron tanta riqueza en estas tierras, que cayeron fácilmente en el pecado del exterminio. No pudieron evadir las distintas tentaciones que genera el maldito oro. Otro gesto de amor consiste en que el papa se comprometió a comprarle una tumba elegante a cada uno de los 50 millones de indios asesinados, hayan encontrado el cadáver o no. No deja de ser una actitud muy noble. La pasión sexual de esos sacerdotes con las indias, los indios y con los menores de edad debidamente bautizados, también fue una ofensa directa al sagrado sacramento. Es tarde para pagar pensiones alimenticias. Como era de esperarse, algunos cardenales mal nacidos no quieren devolver todo el oro y plata desvalijados a los aztecas, incas y cien más, y mucho menos los latifundios. Ellos no saben que el ladrón arrepentido delante de Cristo el Señor siempre restituye lo sustraído, aunque sea en cómodas cuotas mensuales, como a veces se da. El papa Francisco quiere convertir a la Santa Sede en un pesebre, para la gloria de Dios, y por eso está vendiendo desde la semana pasada todas sus empresas, acciones en Wall Street, reservas de oro, bancos, latifundios, metales preciosos, inmuebles, tesoros y mil más, para compartirlos con los más necesitados sin titubeos. El actual Romano Pontífice pretende hacer carne la austeridad del Evangelio. Démosle la bienvenida a esta nueva santa Iglesia que ha pulverizado sus riquezas, la pompa, el celibato, la pederastia, el secretismo, la intriga, la usura, la manipulación, el paganismo y los privilegios. Amén.



El papa pide perdón por tanto horror.






















































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