La sublime dama que baila la cueca con el vestuario y la predisposición pertinentes personifica las más sagradas tradiciones de nuestra república. Ella es femenina, pudorosa, dulce, agraciada, coqueta, patriota, bella y mil más. Es la mujer ideal, la mujer soñada. Representa a la chilena a cabalidad, lo mejor de cada sureña y nortina. En la cueca ella es cortejada y se comporta como una señorita en cada segundo. Queda muy marcada la diferencia entre la feminidad de la huasa y lo masculino del huaso. Son uno de los tantos valores que defienden de nuestra cultura entre giros, miradas y zapateos. Detrás de este hermoso baile folclórico hay decenios, siglos, del país y de la civilización. No hay espacio para los desvíos o perversiones. La cueca escenifica a la bandera chilena que flamea con orgullo, la estampa del roto, el coraje del soldado, el quehacer de las madres y solteras, el amor sacro a Chile, etc. Si hay dos bailando una cueca bien zapateada hay patria. Ver a dos chilenos bailando una cueca es un deleite, es identidad, una fotografía del suelo patrio.
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