La
agenda política culminante de la Unión Democrática Independiente (UDI) es ser
el guardaespaldas incondicional del faraón y su utopía consiste en que nadie le
hiera el patrimonio. Cualquier metamorfosis genuina es mirada con recelo santo,
con la ira del patrón de fundo. El faraón financia con dulzura y ánimo
predispuesto a sus lameculos o parlamentarios, con y sin escándalos. Lacayo o
traidor, no hay más alternativas. La ideología profunda de la derecha política
es estar atenta ante cualquier refunfuño del amo. Si los dueños de Chile roncan
en paz en su hamaca de lino fino resplandeciente la UDI se sentirá en estado de
gracia, con un San Pedro que le muestra su dedo pulgar hacia arriba.
Nacionalizar o renacionalizar la gran minería jamás, porque bordea la
blasfemia. La UDI popular consiste en repartir migajas bañadas con agua bendita
a los desposeídos, escuchando cantos gregorianos. Bastarían un plebiscito y un
decreto supremo patriotas para que el cobre que el Creador puso bajo tierra sea
otra vez de todos los chilenos. Sí, el Señor creó la minería para beneficio de absolutamente
todos los chilenos, sin exclusiones. El que pulpos de organizaciones impías
extranjeras desvalijen lo nuestro es un ultraje, impresentable ante la comisión
de ética. La patria es narcotizada y violada, cada hora de todos los días. Alguien
debería defender la soberanía, tal vez el Consejo de Defensa del Estado
reinterpretando adecuadamente el artículo 19 de la Constitución Política. Sí,
existe jurisprudencia como para invocar el derecho patrimonialista y Dios dice
claramente en su palabra sagrada: “Bienaventurado el que piensa en el pobre”
“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán”. La
voluntad divina está estampada hace milenios. La Concertación por la Democracia
guardó un profundo respeto frente al saqueo ciclópeo de los invasores.
Moralmente no es superior a la UDI aunque se autoproclame beata. La Nueva
Mayoría se dedica a promulgar reformas que aplastan de una u otra forma a la
clase media. Las reformas tributaria, educacional, laboral y constitucional,
más lo que se invente en el sendero luminoso, no les tocarán el monedero a los
poderosos, traspasarle la propiedad o capital de las AFPs a los cotizantes sí,
por ejemplo. Los propietarios de Chile tolerarán cualquier inspiración o
disparate o revanchismo pícaro de bajo perfil de la Nueva Mayoría menos que
alteren el régimen de propiedad. La mano que osare pellizcar la fortuna o poder
real del faraón será cortada con una sierra eléctrica en el acto, con todo ese
amor que la patria demanda. Si el trabajador es dueño de nada tenemos un país
ordenado, en vías de desarrollo. Las reformillas jocosas con olor a victoria
son anestesias para dormir a los plebeyos, a los que celebraban el triunfo del
NO con cotillones, con un entusiasmo que ha ido decayendo con los años, como lo
son los culebrones y programas de farándula. El truco de la Nueva Mayoría es
comportarse como la UDI sin que nadie lo note, con la mano izquierda bien
arriba, satanizando con el pecho inflado todo discurso momio y con una estatua
de Salvador Allende en la plaza y en el corazón. La farsa de la clase política
está bien equipada, con asesores de primer nivel, y el faraón ronca en paz en
su hamaca con un congreso dedicado a no incomodarlo, con pundonor. Los dueños
del país caben en una casa Serviu. El caso Penta demostró que cuando la mafia
de sangre azul se relaja también puede ser descubierta desarropada y manchada,
con esa rentable peste negra que nos envenenó a todos. El desunido rebaño UDI,
que nació bajo el patrocinio del Capitán General, no es democrático ni
independiente. Algunos diputados talentosos negocian la venta de su culo a muy
buen precio, otros, se conforman con la reelección, solicitada de rodillas y
con cayos en el vientre. El faraón tiene en su bolsillo derecho al congreso y
en el izquierdo a La Moneda, con hechiceros y bufones locuaces que te convencerán
de que vives en democracia y que te invitarán a cantar el himno nacional a todo
pulmón, de pie. Las transnacionales se lo roban todo, sin recreos, con
sorprendente y demoniaca avidez, y el candoroso chileno no tiene ni cobre.
Del blog índice LAS SOTANAS
DE SATÁN
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